Se escuchó una gran conmoción; los animales encerrados en los corrales estaban
Asustados, y los perros ladraban y gruñían.
Agustín era el único peón que estaba allí esa noche. Se levantó alarmado al escuchar
Aquel alboroto, y salió de su casa con una escopeta entre las manos.
La luna llena brillaba en lo alto del firmamento, Agustín caminó rumbo a los corrales.
Al cruzar cerca de un galpón, vio a Batoví caminando lentamente hacia el.
Lo distinguió por su enorme cuerpo, Batoví era el perro mas grande del establecimiento.
Los demás perros ladraban desde lejos, apartados de las casas y los galpones,
Algo los asustaba, pero no a Batoví.
- Muy bien, que buen perro, !vamos¡ - dijo Agustín y palmeó la enorme cabeza del
Perro, después siguió avanzando rumbo a los corrales, sintiéndose mas seguro al
Estar acompañado de aquel perrazo.
Cuando llegó al corral de las ovejas, estas parecieron asustarse más. Las ovejas
Se apretujaron en el otro extremo del corral. Agustín miró a su alrededor, los
Animales parecían tenerle miedo a el. Entre el valido ensordecedor del rebaño,
Escuchó el ladrido de los perros, que aún se mantenían alejados, y al mirar
Hacia ellos, notó que ladraban en su dirección.
Extrañado, Agustín reflexionó por un instante, y se dio cuenta que los animales
No le temían a el, era Batoví el que los asustaba. Giró hacia el perro y vio que
Su cara tenía algo extraño. Lo que fuera que estaba a su lado no era Batoví,
Era algo que se le parecía pero tenía diferencias, no era un perro, era un
Hombre lobo.
Agustín quedó paralizado ante aquellos ojos que lo miraban con furia. Solo pudo
Apretar el gatillo de la escopeta, y aunque no le estaba apuntando, el estampido
Hizo huir a la bestia, que alcanzó rápidamente una hondonada y se perdió de vista.
Agustín sintió un profundo terror mezclado con repugnancia, pues le había palmeado
La cabeza a un hombre lobo.
Al otro día encontró el cadáver de Batoví. El hombre lobo, aún con forma humana,
Se había revolcado en los restos del perro, adoptando luego la forma del animal.
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