La familia que ocupaba la casa estaba a punto de marcharse, cargaban un vehículo
Que ya estaba abarrotado de cosas, parecían tener prisa en abandonar la casa.
- !Ah, por suerte que llegó, ya nos estábamos por largar de aquí¡ - exclamó un
Hombre, al ver a Oscar bajar de la camioneta de la empresa exterminadora de plagas.
El hombre que dijo aquellas palabras se acercó a Oscar y le estrechó la mano.
- Soy Gonzalo, el dueño de la casa -
- Oscar, trabajo para en la empresa que usted contrató -
Un par de niños ayudaban como podían a cargar las cosas, toda la familia quería
Marcharse de allí.
- Por lo que me dijo la muchacha que atiende el teléfono, la que habló con usted -
Dijo Oscar y continuó - Usted no especificó que plaga es la que invadió su casa -
- Es que no estoy seguro, es en el sótano, hacen tremendo ruido, supongo que
Son ratas, o zarigüeyas…no se, algo hace ruido, principalmente de noche - dijo
Gonzalo.
La empresa exterminadora en donde trabajaba Oscar era muy conocida, por eso
La familia le confió la llave de la casa y se marcharon.
Entró a la vivienda y buscó el sótano. Antes de llegar a la puerta del sótano
Comenzó a escuchar los ruidos que de allí venían. No parecían ruidos ocasionados
Por ratas, no se oían chillidos, mas bien parecía alguien golpeando las paredes.
Oscar escuchó con mucha atención; creyó oír sonidos de pasos, de pasos pequeños,
Que le recordaban el andar de un niño.
Su trabajo como exterminador lo había llevado a muchos lugares lúgubres, casas
Abandonadas, depósitos oscuros, y en ninguno de esos lugares había sentido
Miedo, sin embargo, al abrir la puerta de aquel sótano le temblaron las manos.
El sótano estaba completamente oscuro, el dueño de la casa le había informado
Que allí no había luz. Iluminó la escalera con la linterna y comenzó a descender.
Los peldaños rechinaban a cada paso. Cuando terminó de bajar lo primero que
Hizo fue examinar el piso, enfocando su linterna buscó por todas partes. El lugar
Estaba lleno de polvo, extrañamente no se marcaba ningún tipo de huellas en el.
Comenzaron a sonar nuevamente los ruidos. Se escuchaban golpes por aquí y
Por allá, unas sillas viejas que se apilaban en un rincón se movían. Oscar iluminaba
Hacia todos lados, estaba rodeado por lo que generaba el ruido pero no lo veía.
Los pasos pequeños, los que parecían de un niño, los escuchó cruzar corriendo
A su lado, y algo frío le rozó la pierna, al enfocarlo con la linterna no consiguió
Verlo, pero sin dudas allí estaba, corriendo de un lado para el otro y trepando
Por las paredes.
Oscar subió por la escalera, ayudándose con las manos, desesperado por salir de
Aquel sótano.
La casa no necesitaba un exterminador de plagas, necesitaba a un exorcista.
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